lunes, 21 de diciembre de 2009

La General Estoria de Alfonso X

Alrededor del año de 1270 debió comenzarse una de las empresas literarias más sorprendentes y fascinantes de nuestra Edad Media: la “Grande e general estoria”; empresa mandada compilar por un soberano que por su amor y defensa de las letras ha terminado por reconocerse en el tiempo como Alfonso X el Sabio. “Cuando Nuestro Señor Dios crió en el comienço el cielo y la tierra e todas las cosas que en ellos son, segund que lo cuenta Moisén, que fue santo e sabio, e otros muchos que acordaron con él, departiólo e fízolo todo en seis días d'esta guisa”... con estas palabras se comienza una gran obra, que en su plan inicial debía contar con seis libros que reunieran todo lo que en el siglo XIII se conocía del mundo desde el “Génesis” hasta el reinado del propio rey. En 1280 se culmina la redacción del cuarto libro, y los dos últimos no llegarán a terminarse (del sexto, en realidad, sólo se conservan borradores) y la empresa quedó inconclusa a la muerte del monarca español en 1284.



Pero a pesar de ser una obra que no llegó a terminarse, la “General Estoria” es piedra angular para poder entender nuestro pasado, la imagen y la visión que nuestros antepasados tenían de su tiempo y del tiempo anterior a ellos; una obra que se mueve en el principio cultural medieval de la compilación, en que todo el saber se organiza bajo un criterio estructural único -como la diversidad de la naturaleza, tan caótica en apariencia, esconde el principio unificador de la sabiduría divina-, que permite recoger el saber del pasado y proyectarlo hacia el futuro. Y esta gran obra, frente a lo que sucede en tantas compilaciones medievales, no utiliza el latín como lengua vehicular, sino el castellano, este castellano que le permitía a Alfonso X defender su “fecho del imperio”, ese deseo de ser emperador como miembro de la familia de los Staufen, por parte de su madre, la reina Beatriz de Suabia, y al que tuvo que renunciar en 1273. Gracias a la “General Estoria” mucho del saber de la Antigüedad, empezando por la Biblia, se volcó al castellano, y lo hizo en una lengua que cuida las formas y que se va enriqueciendo por tantas historias, por tantas culturas, por ese adaptar al mundo medieval, a los lectores medievales, los hechos del pasado más clásico, de los textos griegos y latinos, al tiempo que se dieron cita en esta obra fuentes árabes y judías. Un verdadero tesoro literario, que gozó de un cierto éxito -sobre todos las partes concluidas- que se aprecia en las decenas de códices medievales que han conservado sus distintos libros.

Pero hasta ahora, a pesar de su importancia en nuestra historia, de la grandeza de su prosa, de los comentarios tan entusiastas de todos los manuales y las historias de la literatura, a pesar de su trascendencia en la consolidación y expansión del castellano, de esta lengua que con Carlos V terminará siendo imperial, la “General Estoria” se había quedado sepultada en el olvido más indecente, en el más vergonzoso. Sólo se podía acceder al texto de las dos primeras partes en ediciones de los años 30 y de los años 60, y de algunas aportaciones más que interesantes de la tercera parte y de la cuarta, en épocas más recientes. La filología española, el conjunto de las ciencias humanísticas tenía una deuda con nuestro pasado, con nuestra historia, que hace unos meses se ha saldado, ya que se ha puesto a la venta, por primera vez, una edición rigurosa del conjunto de la obra alfonsí: diez tomos que dan cuenta de la riqueza de esta obra, de las dificultades filológicas a las que han tenido que enfrentarse y del magnífico resultado ofrecido. No me imagino a otra persona que al profesor de la Universidad de Alcalá, Pedro Sánchez-Prieto Borja para dirigir una empresa de este calibre y de esta envergadura. Y no me lo imagino primero por su conocimiento en este campo, del que mucho aprendí y disfruté en sus clases en la Universidad, una de las que recuerdo con más cariño y admiración; pero también por su pasión por la edición de textos y por la filología, por la pasión de entender nuestra profesión no como un medio para sacar provecho personal, sino como una verdadera ciencia al servicio de los demás. Y si Alfonso X contó con un magnífico equipo para la traducción y redacción de la “General Estoria”, lo mismo puede decirse de las personas que acompañan al profesor Sánchez-Prieto Borja en esta empresa tan digna de otros tiempos y de otras voluntades, como son Belén Almeida, Bautista Horcajada Diema, Carmen Fernández López, Verónica Gómez Ortiz, Raúl Orellana, sin olvidar a la recién nombrada académica Inés Fernández Ordóñez, que bajo el magisterio de Diego Catalán tanto orden han puesto en esta obra, tan poco leída como imprescindible en nuestra historia literaria.




En una “dedicatoria” al inicio de la obra, Juan Manuel Urgoiti, presidente del Patronato de la Fundación José Antonio de Castro, la editora de esta magna obra, califica que es un honor “dedicar a cuantas gentes aman la Historia y la Cultura de España”, la primera edición completa de la “General Estoria”; los que amamos y trabajamos sobre la Historia, la Cultura, la Literatura y la Lengua de España, hemos contraído con ellos una deuda eterna. Esta primera edición de la “General Estoria” debe publicitarse con palabras mayores, ya que se trata de un noticia de grande calado, que rescata uno de los tesoros literarios castellanos más citado y menos leído. Y desde Alcalá bien podemos estar orgullosos de que ha sido un profesor de nuestra Universidad quien haya sido capaz de liderar un equipo como el que ha hecho para llevar esta difícil empresa, en la que tantos han fracasado, a buen puerto.

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