domingo, 27 de septiembre de 2009

Historia de una manipulación


El lunes 21 de septiembre, el ex presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra fue entrevistado por Carles Francino en el programa Hoy por hoy en la Cadena Ser. La razón de esta entrevista estaba en el artículo que había publicado Ibarra en “El País” el sábado anterior, 19 de septiembre, titulado: “PSOE… donde nadie se atreve a levantar la voz”, que toma su título, como indica el propio autor al inicio del mismo, de la crónica que Fernando Garea, periodista de “El País”, escribiera el 14 de septiembre: La gestión de Zapatero de la crisis siembra el desconcierto en el PSOE. Como miembro del Comité Federal del PSOE, Rodríguez Ibarra salía al paso de la imagen que desde la prensa se estaba difundiendo de un partido y de un secretario general que había impuesto la ley del silencio. Defensa de la labor callada y activa de tantos militantes socialistas, al margen de cargos, prebendas o sueños de poder. Su artículo terminaba con una exclamación, al más peculiar estilo Ibarra, que en sus decenios en el poder se ha caracterizado por decir siempre lo que pensaba: “¡Miles de militantes nunca llegaron ni a concejal y ahí siguen peleando y defendiendo sus ideas, sin pensar que, si no llegan a ministros, no merece la pena seguir en este apasionante proyecto!”. Y con estos datos se teje el prólogo de la entrevista que le hacen en la Cadena Ser, en el programa matinal más escuchado de la radio española. Por pura casualidad escuché la entrevista. Y la escuché entera. Tampoco tiene mucho mérito ya que no duró más de diez minutos. Después de unos preámbulos en que se habló de la relación difícil que tiene ahora el gobierno con el grupo PRISA, de lamentar Ibarra que se corten las líneas de comunicación con el pueblo, un error grave de todo político, ya que es necesario contar con medios que sirvan para difundir las propuestas, que no para apoyarlas sin críticas, en una de esas frases redondas que le salen a veces, en un momento dado, Carles Francino le pregunta por las diferencias entre Obama y Rodríguez Zapatero; y éste, en el tono de humor que le caracteriza, pone dos ejemplos de la superioridad del presidente español frente al mandatario estadounidense: por un lado, Rodríguez Zapatero es capaz de dar un discurso de memoria, sin utilizar las pantallas transparentes de las que se vale Obama en todas sus intervenciones; y por otro lado, Obama tiene problemas para montar una sanidad pública y universal, mientras que en España la sanidad es tan universal, que hasta comienza a ser un problema, debido al conocido como turismo sanitario: “Comienza a haber un turismo sanitario de muchísima gente y muchísimos países, tanto europeos como latinoamericanos, que vienen a España con un billete de avión de 300 euros y se operan de la cadera que cuesta un poquito más”. Pero el problema no viene de esta idea, clara y compartida por muchos (y sólo hay que irse a las zonas de turismo mediterráneo para constatarlo día a día), sino en el titular que sin quererlo estaba regalando Ibarra unos segundos antes al decir que “Zapatero tenía que intentar hacer una sanidad para los españoles, y sólo para los españoles”. Sin quererlo, en un contexto que pretendía tan solo apoyar a Zapatero frente a Obama, Ibarra comete un error al utilizar ese “español” que puede ser manipulado de mil maneras. La entrevista a Ibarra tiene miga, está llena de mil comentarios inteligentes de alguien que, compartamos o no sus ideas, ha sido presidente de una Comunidad autónoma y lleva a sus espaldas una gran experiencia política y de servicio público. Eran, si no recuerdo mal, las diez menos diez (más o menos). Después de la entrevista, de los anuncios, llegaron las diez y el resumen de las noticias más importantes: y ahí, en solo diez minutos comienza la manipulación. Se crea una noticia donde ante no la había. En el resumen de las noticias, se indica que Rodríguez Ibarra, en la Ser ha defendido la necesidad de “hacer una Sanidad solo para los españoles”, como si fuera una propuesta concreta, pensada, meditada, en que el término “españoles” se entiende exclusivista. Nada de que se trata de la respuesta a la comparación entre Obama y Zapatero, a las dificultades de uno para comenzar un proceso que en España ya tenemos más que superado. Y a partir de este momento, las palabras de Ibarra fuera de contexto se difunden, se manipulan, se comentan, se critican, se convierten en un nuevo frente abierto. Los tertulianos se ponen las botas y comienzan los actos de fe y la inquisición editorial hace de las suyas. Al día siguiente en un programa matutino de la 1, a las nueve de la mañana, se sigue hablando del tema, de la reacción de la Ministra de Sanidad, del siempre oportunista Rajoy, etc. etc… y todos hablan, que si Ibarra ha querido decir esto o aquello, que si es xenófobo, que si los inmigrantes legales pagan sus impuestos, que si ha querido abrir el tema de los inmigrantes ilegales, que si Ibarra ha hecho lo de siempre, dar una de cal y otra de arena, que si ha defendido algunos principios que en Francia sólo los defiende Le Pen. Y no les aburro más. Y todo hubiera sido tan fácil: esta mañana para escribir esta pequeña historia de una manipulación, solo he tenido que entrar en mi ordenador y leer el artículo de Ibarra en El País y escuchar de nuevo completa la entrevista en La Ser. Todo está en Internet, de libre acceso. ¡Lástima que la prensa haya dejado de ser ese periodismo serio que antes de dar una noticia contrastaba sus fuentes! Lástima que la Ministra de Sanidad salga en defensa del sistema universal de salud pública española a partir de un titular de prensa sin escuchar la noticia en su contexto. Lástima que vayamos perdiendo, poco a poco, nuestra capacidad crítica. A más de uno, les mandaría de nuevo a la Facultad de Periodismo. La manipulación se ha instalado en la política y en la prensa de una manera escandalosa. Como ciudadano, le pido mil disculpas, Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Pero, como perro viejo que es, seguro que se ha reído mucho con esta manipulación, a la que debe estar ya acostumbrado. Pero ha sido un triste espectáculo de cómo manipular la realidad cuando uno está falto de argumentos. Ideas y proyectos, señores políticos, es lo único que pedimos y demandados los votantes.

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