lunes, 24 de agosto de 2009

Millenium

Es un hecho incuestionable: la trilogía “Millenium” de Stieg Larsson es el gran éxito editorial de los últimos años, un éxito editorial que copa las listas de los libros más vendidos desde hace semanas a lo largo y ancho de toda Europa. La publicación del tercer volumen en España, para finales de junio, ocupó desde titulares de prensa a los primeros minutos de algunos de los telediarios más vistos y prestigiosos. Las montañas de ejemplares daban la bienvenida en todas las librerías, y miles y miles de ejemplares se vendieron en cuestión de horas. La tirada inicial superó el medio millón de ejemplares (la media normal de una tirada en España está en los 1000 ejemplares). No hay día que no vaya en el metro que no vea a alguien sacar uno de los tres volúmenes negros de la trilogía y perderse en sus páginas a medida que el vagón va avanzando. Lectura preferida en la playa, en las piscinas, en los fines de semana en el pueblo. Y no es que sea una compañía ligera ni mucho menos: las casi setecientas páginas de cada uno de los volúmenes lo convierten en un “tonel”, como diría el bueno de Cervantes hablando del “Olivante de Laura”. El tercer volumen, incluso, resulta casi imposible de lectura… pero ahí estamos todos, en posturas absurdas en la cama para no dejar ni un instante de dejarse llevar por sus aventuras. Un éxito sin muchos precedentes, un éxito realmente impresionante. Pero, ¿cuáles son las claves del mismo? A este tema seguramente se dedicarán en los próximos años sesudos ensayos, pero como lectores que hemos ido viviendo el proceso a medida que iba creciendo ante nuestros ojos asombrados –y enrojecidos por la falta de sueño- bien podemos adelantar algunas ideas.
Hay algo de leyenda alrededor de estos libros. Mucho más en Suecia, donde su autor, Stieg Larsson, era un conocido y reputado periodista, verdadero experto de los grupos de extrema derecha antidemocrática y luchador contra la violencia. Desde 1995 fue director de una revista, que se llama “Expo”. La publicación del primer volumen de “Millenium” fue todo un acontecimiento editorial en Suecia. En esos momentos, el autor entregaba al editor el tercer volumen y a los pocos días murió de un ataque al corazón. Estamos en el año 2004. Punto y aparte de una leyenda, que nos habla de la escritura de la obra casi en clandestinidad… miles y miles de páginas escritas antes de entregárselas a un editor; un escritor que dormía unas tres horas y se tomaba más de veinte cafés al día y fumaba y fumaba un cigarrillo tras otro. Y los lectores del primer libro: “Los hombres que no amaban a las mujeres”, verían en Mikael Blomkvist una alter-ego de su autor: también periodista, también implicado en causas de violencia, también pendiente de los cigarrillos y de los cafés… ¿también mujeriego? Pero no importa saber nada del autor para que la leyenda y la historia de “Millenium” funcione. Luego vendrían los problemas de herencia, las leyes suecas que no reconocen las parejas de hecho (cosa impensable en un país que tenemos por tan civilizado), el hecho de que el padre y el hermano, con los que casi no tenía relación, se hayan vuelto de la noche a la mañana multimillonarios…
Pero al margen de la leyenda, de esa escritura casi clandestina de los primeros volúmenes de la saga (se habla de que “Millenium” fue concebido en diez volúmenes, y que el cuarto ya estaba casi terminado en un ordenador de la revista “Expo”), lo cierto es que hay algo en su contenido que engancha. ¿Y qué puede ser ese algo? Partamos del hecho de que “Millenium” no es un “best-seller” desde el punto de vista literario, es decir, no es un libro pensado e ideado para acercarse al máximo número de lectores, con un lenguaje sencillo, una estructura asequible y con una historia atractiva. Es un libro complejo, en que junto a la línea (o líneas argumentales) de tipo policíaco, Stieg Larsson va incluyendo comentarios sobre la ética periodística (primer libro), sobre los límites de las fuentes, sobre la función de las fuerzas de seguridad, el espionaje… es decir, las grandes preocupaciones del periodista Larsson obtienen voz en los personajes del novelista. Y para muchos, el retrato que hace de la “moderna” Suecia no deja de sorprendernos… la Suecia del estado de bienestar que tiene tantos asuntos que resolver, desde la libertad de prensa a la caza de comunistas (incluido Olof Palme) en los años de la guerra fría. Pero lo que hace adictivos estos libros es la capacidad de Larsson de crear un puzzle de personajes y de tramas que parece que nunca termina. La técnica del “entrelazamiento”, que encontramos en los primeros textos de ficción artúrica del siglo XIII, ahora se lleva a sus últimos extremos. La investigación de Mikael se cruza con la de Lisbeth Salander (la verdadera protagonista de la saga), y entre medias, cientos de personajes que aparecen, desaparecen, que entran y salen de escena en episodios que siempre se quedan en suspenso en el momento más interesante. ¿Cómo no seguir leyendo? ¿Cómo dejar el siguiente capítulo? Y algunas preguntas siguen sin contestar al terminar el tercer libro de la saga, como por ejemplo: ¿Qué papel ha jugado la hermana gemela de Lisbeth Salander en toda la trama de su padre? Quizás en el cuarto volumen estuviera contestada esta duda. Tiempo al tiempo. Quizás no está todo ya dicho ni escrito.

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